lunes, 21 de noviembre de 2011

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Hemos escogido el tema de la familia porque nos interesa conocer los diferentes cambios que se han producido en ella, desde las diferentes tipologías que se han generado, pasando por lo cambios en los roles y funciones de sus miembros, así como su asimilación por parte de la sociedad. 

martes, 15 de noviembre de 2011

MARCO TEÓRICO-ANALÍTICO

Desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, la sociedad española ha sufrido una transformación enorme. Esta transformación la encontramos desde la familia extensa a la nuclear en los años 50, junto con la fecundidad limitada y decreciente. A partir de los años 60 se reduce el tamaño medio de la familia, la natalidad y la salida de los hogares de otros parientes. A partir de los años 80 la familia nuclear deja de ser universal, lo que hizo asemejarse a las pautas europeas, aunque no dejaron de tener características propias de los países del mediterráneo. Esta nueva transformación de la familia, se desligó de los parámetros estructurales que caracterizaron el cambio de sociedad tradicional a sociedad industrial avanzada, pasando a ser especialmente cultural, como por ejemplo, el aumento de los hijos extramatrimoniales y de las parejas consensuales, las familias monoparentales y las tensiones familiares derivadas del cambio del estatus de la mujer en la sociedad. Además las relaciones familiares son cada vez más igualitarias entre los cónyuges, tanto en la toma de decisiones como en la ayuda familiar. (1) 
Para Giddens, existe un choque entre los fundamentalistas y la emergente sociedad de tolerancia cosmopolita, que va a dar lugar a una gran fractura de conflicto en un futuro inmediato, y la institución familiar, es la posición clave del choque. La familia «tradicional», extensa unidad productiva y de solidaridad, basada en el matrimonio decidido por los mayores, dominada por los varones adultos, con profunda desigualdad legal y sexual entre hombres y mujeres, heterosexual; dio paso en los países industriales durante el siglo XX, a una familia  nuclear
biparental con mayor igualdad legal y una sexualidad menos reproductiva. Hoy, las crecientes oportunidades de empleo femenino y los medios anticonceptivos habrían originado un cambio estructural: hombres y mujeres formalmente iguales buscan y tiene relaciones basadas en la pura intimidad y en la comunicación abierta de sus metas, intereses, planes y sentimientos; consolidadas, forman parejas homo— o heterosexuales, con o sin descendencia, casadas o no. Su fundamento no es económico —la producción ni el consumo— sino emocional —la convivencia íntima—. Sin embargo, sí tiene una importante consecuencia socioeconómica: la erradicación del empleo infantil y la generalización de la educación, y especialmente la igualdad legal y la educación de la mujer son las principales fuentes de capital humano para el desarrollo económico y social globales. (2)

¿Y cómo es la nueva familia española?

“El cambio se ha producido sobre todo en las relaciones internas entre los miembros de la familia, en el sentido de ir a una mayor democratización y equiparar las relaciones entre los diferentes miembros, los padres no ejercen poder sobre los hijos: cualquier decisión que afecte al hogar se consulta con ellos. La actual igualdad de todos los hijos ante la ley contrasta con las normas tradicionales en las que los hijos tenían derecho según y cuándo, dependiendo si los padres estaban casados o no y, si lo estaban, de qué
manera. Ahora ya no es así. Esto ha marcado un cambio fundamental en la familia”. Pero lo que de verdad ha transformado la tradicional estructura de familia ha sido el cambio en la vida en las mujeres. La incorporación de la mujer en el mundo laboral, "que las mujeres ampliasen su campo de actuación añadiendo un ámbito exterior, un trabajo o la participación en la vida social, cultural y política”, cuenta mucho para entender el cambio en la familia."La libertad económica es la que lleva a las mujeres a otras libertades".En el nuevo papel de la mujer ha sido decisivo el control sobre la maternidad. "Tener hijos ya no es un destino, sino una elección". (Alberdi, 1999). (3)


Y sobre este cambio interno (de las relaciones intrafamiliares) consecuente de otro externo (la incorporación de la mujer al mercado laboral), nos habla Gerardo Mail, quien afirma que el control social ejercido sobre los comportamientos familiares ha ido cambiando profundamente en los últimos años. Por un lado se ha reducido el control social sobre múltiples dimensiones de la realidad familiar tradicionalmente sujetas a modelos normativos muy arraigados, por otro, se ha reforzado el control social sobre las dinámicas de poder que se desarrollan en el seno de la vida familiar, anteponiendo los derechos individuales a los de la institución, todo ello tanto en el plano legislativo como en el de las actitudes y comportamientos.
El cambio en el control social, ha dado lugar a un espacio social de libertad individual en la conformación de los proyectos de vida y en las formas de concebir y organizar la vida en pareja y en familia. En otras palabras, los proyectos y las formas de vida familiar se han privatizado y los modelos de organización de la vida familiar heredados han perdido fuerza. Las formas de entrada, permanencia y salida de la vida familiar se han flexibilizado.
Ahora para iniciar un proyecto de vida en común no es necesario el matrimonio, es posible distintas maneras de poder crear una familiar por ejemplo es posible la convivencia en pareja sin haber contraído matrimonio previamente y sin ser estigmatizado por ello.
La libertad de poder elegir cuando tener hijos o cuando no, esta condicionada a nuevas normas sociales que estigmatizan a su vez otras prácticas como por ejemplo la maternidad adolescente demasiado temprana o cuando se tienen hijos sin disponer de recursos suficientes para proporcionar a los hijos unos recursos mínimos de bienestar.
La responsabilidad que se adquiere con la decisión de tener hijos, es independiente del estado civil de los padres. Si un miembro de la pareja o ambos ya no creen en su proyecto de vida en común y no desean prolongar la unión, se acepta legal y socialmente su ruptura. Pero donde se manifiesta con mayor claridad este proceso de perdida de control social sobre los proyectos de vida familiar y ganancia de autonomía individual para definirlos de acuerdo con las preferencias individuales es en la aceptación social y legal de las parejas del mismo sexo y en el reconocimiento legal de su capacidad para asumir el cuidado y la tutela de menores. A pesar de que estas parejas pueden sufrir discriminación social según las circunstancias y los contextos en que se encuentren, así como legal según los países en los que residan (por prohibición de contraer matrimonio o adoptar), su aceptación como una opción individual no censurable socialmente es creciente, concepto denominado por Ulrich Beck (1986) como individualización. Con este concepto, se pretende poner de relieve el mayor protagonismo que la cultura actual concede a las opciones y decisiones individuales, frente a las normas sociales en ámbitos tales como la profesión, la política y la vida familiar. Surge así la biografía elegida, que, por un lado, significa una mayor capacidad electiva en las opciones vitales fundamentales, pero por otro, también implica mayores incertidumbres y menor seguridad en la validez de las normas e instituciones sociales tradicionales.
Respecto a las transformaciones de la familia, con individualización quiere referirse a la perdida del tradicional control social de la vida familiar y también el hecho de que los proyectos de vida, se han transformado profundamente, por lo que los derechos y las aspiraciones individuales pasan a tener un lugar relevante en su definición.

Principales cambios en las familias:       

                                      
1. Cambio en el rol social de las mujeres. Este se ha dejado de definir fundamentalmente en torno a los roles domésticos y familiares (como ama de casa, madre y cuidadora de los familiares dependientes), para abarcar todos los ámbitos de la vida social y, en particular, el trabajo remunerado. Se pasa de un modelo tradicional caracterizado por una división estricta de los roles en el que al hombre le correspondía la responsabilidad de los recursos monetarios para la familia, a un modelo en que ambos miembros de la pareja deben responsabilizarse en el trabajo fuera del espacio domestico y dentro del mismo. 




2. Emergencia de la planificación familiar como norma que debe regular las decisiones sobre tener hijos. La importancia de esta norma social implica que la práctica sexual dentro de la pareja deja de concebirse como una cuestión orientada fundamentalmente a la reproducción; sino que ahora los individuos tienen que decidir conscientemente, el momento más adecuado para tenerlo y el numero que pueden criar y educar con arreglo a la norma de la paternidad y la maternidad responsables. Sexualidad, procreación y matrimonio, tradicionalmente aspectos de una única realidad social denominada familia (sobre todo en el caso de las mujeres), pasan a ser realidades no tan estrechamente vinculadas, de modo que la práctica sexual no tiene por que estar condicionada por el vínculo matrimonial. Las mujeres adquieren con ello el control de su sexualidad y la decisión de tener hijos.  


 
3. Desaparición de la familia patriarcal y emergencia de la familia negociadora.
El cambio en la definición social del rol de la mujer, su incorporación al mercado de trabajo, la ganancia del control de su sexualidad y la decisión de tener hijos, entre otros cambios sociales y culturales, han socavado las bases de la familia patriarcal al proporcionar a las mujeres los recursos sociales para cuestionar su validez. Esto da lugar a una nueva clase de familia, familia negociadora, donde se hablan los distintos aspectos a discutir, ya que no se pueden dar por supuestos, porque han desaparecido los modelos definidos por los que tradicionalmente se han ido organizando las familias.

4. Pluralización de las formas de vida familiar y emergencia de nuevas formas familiares. La ganancia de autonomía de los individuos en la definición de sus proyectos de vida familiar se ha traducido también en la extensión de formas de convivencia que eran minoritarias en el pasado, e incluso en la aparición de nuevas formas de familia. Las familias constituidas por la pareja con sus hijos convivientes son cada vez menos frecuentes, al mismo tiempo que otras formas de convivencia lo son cada vez más. (4)

En cuanto a la estructura de la familia, Gil Calvo nos habla del fenómeno de “Metabolismo Generacional”. En la reestructuración de las trayectorias generacionales que se está llevando a cabo, tres son las características que lo identifican. En primer lugar, observamos un alargamiento del lapso vital, consecuencia del aumento de longevidad y con un efecto de envejecimiento poblacional. A su vez, el aumento del lapso vital da lugar a la aparición de nuevas etapas vitales como puede ser la cuarta edad, y retrasándose hacia edades cada vez más tardías. Ejemplos de ello son, la edad en la obtención del primer empleo, la emancipación, la formación de familias, etc. En último lugar y relacionado con la tendencia anterior, encontramos un desplazamiento del centro de gravedad del ciclo vital, en el cual se desarrollan las decisiones cruciales que tomamos para encaminar nuestro futuro hacia donde queremos, y que vemos cómo se va alejando de la juventud para establecerse ahora en la etapa adulta. (5)


Como hemos visto hasta ahora, los cambios en la estructura familiar han sido muy diversos, y ello, ha dado lugar a diferentes tipos de familia de los que han hablado algunos autores.

Salustiano del Campo explica los diferentes tipos de familia que existen. El tradicional por un lado y el nuclear y post-nuclear por otro.
·        La familia tradicional surgiría del modelo patriarcal de la Europa preindustrial basada en la explotación agraria y gremial donde la economía familiar giraba entorno a los hogares. La revolución industrial produjo un nuevo sistema económico que dio lugar a la familia nuclear. La economía en este nuevo tipo de familia se centraba en el mercado, los matrimonios eran constituidos por libre elección de los contrayentes y cambiaban las funciones hombre/mujer en el hogar. El hombre se ocupaba del mantenimiento económico de la familia fuera del hogar y la mujer del mantenimiento y crianza de los hijos. Así pues la familia nuclear o conyugal era producto de la industrialización.
·         La familia postnuclear regida por una cultura postmaterialista, donde valores como el mantenimiento de relaciones personales significativas, espontaneidad y confianza en uno mismo dan lugar a nuevos comportamiento sociales, como el auge de la cohabitación, la elevación de la pareja, el uso voluntario y absolutamente racional de la concepción, la pluralidad de modelos y estilos familiares y la universalización del trabajo fuera del hogar de la mujer casada. (6)


La elección de la familia como unidad de análisis no sólo es una elección metodológica para Le Play, sino que es una necesidad teórica. Siguiendo una concepción basada en el derecho natural, en su pensamiento, las relaciones familiares constituyen la base del orden social. Desde una perspectiva netamente conservadora, Le Play, al considerar el grado de bienestar familiar, no sólo tiene en cuenta el nivel de consumo sino también la estabilidad -entendida como permanencia de los lazos sociales tradicionales-. Por eso, en su análisis, estudia los distintos marcos institucionales en términos del ingreso y la red de seguridad social que brindan a las familias, pero además observa también sus efectos sobre los vínculos familiares establecidos.
Le Play, en efecto, estaba preocupado porque el mercado, al someter a los trabajadores a contratos de muy corto plazo y a los vaivenes de los ciclos económicos, favorecía la movilidad de la fuerza de trabajo, destruyendo de esa manera relaciones familiares y usos arraigados. Le Play desarrolló una tipología de familias, sobre la base de su grado de cohesión -basada en la autoridad paternal- y estabilidad. De este modo, distingue tres tipos: patriarcal, inestable y troncal.

         La familia patriarcal, fundada en la fuerte autoridad del patriarca -uno de los miembros de mayor edad y experiencia- y el respeto a la tradición, estaba integrada por varias generaciones que convivían dentro del mismo hogar. Este tipo de familia presentaba dos características positivas: en primer lugar, garantizaba un alto grado de cohesión en función de la fortaleza de los lazos familiares basados en la autoridad; en segundo lugar, cubría, dentro de sus posibilidades, el abanico de necesidades de sus miembros -por ejemplo, brindaba cuidados a los enfermos y a los ancianos-, conformando una unidad de “seguridad social”. Como contrapartida, el peso de la autoridad patriarcal frenaba la iniciativa de los más jóvenes, bloqueando de alguna manera la capacidad de adaptación a nuevas circunstancias. De este modo, era una forma familiar adecuada para situaciones donde primara la necesidad de saberes tradicionales, pero inadecuada para contextos más cambiantes. 
 
·         En el otro extremo se ubica la familia inestable, caracterizada por la ruptura de los vínculos generacionales más amplios, lo que daba lugar a un individualismo extremo. Este tipo era el resultado del desmembramiento de las familias ampliadas, como consecuencia de la vida urbana y el trabajo industrial. Tal desorganización implicaba la imposibilidad de que la familia funcionara como unidad de seguridad social. 


·         En una posición intermedia entre ambos extremos se ubica la familia troncal, que representa cierto equilibrio entre las ventajas y desventajas de los mismos. Ella conserva un tronco al cual se mantienen ligados sus miembros, aún cuando algunos se hayan alejado físicamente -generalmente en busca de oportunidades laborales-. Su continuidad es asegurada por la modalidad de transmisión de la herencia: la propiedad no se divide, sino que recae sobre el hijo considerado como el más apto para ejercer la dirección familiar. Éste tiene, a cambio, la obligación de brindar seguridad a los parientes más desafortunados o menos capaces. Se trata, por lo tanto, todavía, de un hogar extendido. Al mismo tiempo, se mantiene la influencia de la costumbre, pero flexibilizando las rigideces de la familia patriarcal. Así, combina libertad y posibilidad de iniciativa con elementos de seguridad social. Esta tipología refleja una vez más los efectos sociales de la economía de mercado -en este caso, la disgregación familiar-, pero introduce además otra nota propia de los enfoques de economía social: el papel de las instituciones -en particular, la familia- como condicionantes del comportamiento económico. Efectivamente, Le Play observó que la fuerte sujeción a la autoridad patriarcal era un obstáculo para el desarrollo de acciones innovadoras, tan necesarias en esa época de transformación industrial. El tradicionalismo impedía incluso la diversificación de las actividades económicas de la familia, al transmitirse las profesiones de padres a hijos. (7)


Acceso a textos completos:
(2) http://www.fes-web.org/publicaciones/res/archivos/res01/13.pdf
       (4)http://prensa.lacaixa.es/obrasocial/show_annex.html?id=21017
       (5) http://www.injuve.es/contenidos.downloadatt.action?id=938005511
      (6) http://eprints.ucm.es/tesis/cps/ucm-t28889.pdf
      (7) Http://www.salvador.edu.ar/csoc/idicso